Durante los últimos 12 años, en SISA hemos procurado priorizar los intercambios creativos, de aprendizaje, experimentación y colaboración, temporada tras temporada. Por su visión profunda y depurada, una colaboración con el estudio de diseño Bravo era inminente para la arquitectura interior de nuestro espacio.
“Hay un lenguaje común potente y sólido en el que profundizamos un montón”, dice Rodrigo Bravo, su fundador. “Con ese punto de partida, lo abordamos como un proyecto colaborativo, donde la idea era aportarse mutuamente desde nuestras ópticas complementarias”.
Bravo es un estudio de diseño creado en Santiago, Chile el año 2005 a partir de la inquietud del diseñador Rodrigo Bravo (Santiago, 1981) por el desarrollo de una propuesta de mobiliario local que articulara materias primas propias de nuestro territorio junto al empleo de lógicas constructivas sencillas y funcionales. Con el tiempo su estudio ha desarrollado una lógica de trabajo y metodología propia que nace de una asimilación del entorno material y productivo.
Buscando innovar desde el sentido común, se ha expandido a nuevos terrenos y distintas escalas del diseño, como los objetos y los espacios interiores. En esta trayectoria el estudio ha definido una aproximación específica para cada una de estas áreas de acción, transformando su trabajo y relación con los objetos en un ecosistema proyectual muy particular, donde la investigación en torno a ámbitos como la historia y la geografía se instalan como argumentos principales en la construcción de ideas y fundamentación para nuevas piezas y objetos.
En el terreno de los proyectos de interiores, el estudio ha construido una aproximación al problema de diseño desde la percepción de quienes habitan estos espacios. Es así como las variables materiales y formales se instalan como los elementos guías que conducen y definen cada proyecto.
Conversamos con Rodrigo para que nos contara sobre el diseño de este espacio que estamos muy contentas de habitar y que representa un gran hito en la historia de nuestra marca.
¿Cómo defines tu manera de trabajar la arquitectura interior?
Mi práctica viene desde el ámbito del diseño; generar soluciones específicas que están fuera del estándar de soluciones prefabricadas, y buscar acabados que no son los convencionales. Esto tiene que ver con mi formación y la de algunas diseñadoras y diseñadores de la oficina. Hay una forma propia en nuestra manera de hacer las cosas.
Nuestros proyectos de arquitectura interior incorporan mucho detalle; elementos que no son necesariamente de mercado, sino que son diseñados y realizados especialmente para cada proyecto. Si uno lo asimila a otra práctica o disciplina, se asemeja a la sastrería, donde se trabaja a la escala y a la medida de cada proyecto.
¿Cuál es tu aproximación a los materiales?
Los materiales son el motor de los proyectos. Si bien la escala define cada proyecto de arquitectura interior, inmobiliario o bien objetos, el material es el hilo conductor dentro de estos tres mundos.
Este elemento central define el carácter y la manera en que las personas se relacionan con nuestra obra. El material conduce la experiencia de las personas con un objeto, un mueble o un proyecto de arquitectura, apelando desde lo psicológico —que es la variable quizás más intangible— y termina definiendo lógicas completamente funcionales.
Para nosotros el material representa una variable transversal. Buscamos entender su psicología y ver cuál es la manera más inteligente de proponerlo para ponerlo en el lugar preciso. También hay veces que nos gusta forzar sus límites. Al entender el material y su vocación, uno puede comprender cuáles son sus límites y tratar de empujarlos hacia algún lugar donde uno pueda replantearlo; entregarle nuevas ópticas y ubicarlo en un lugar distinto de lo común.
Desde hace un tiempo estoy revisando la idea del material mineral. Hay una visión propia que tiene que ver con la incorporación de los minerales como un argumento material central dentro de los proyectos en las tres escalas que trabajamos. Se mezcla la idea de lo mineral con lo geográfico, considerando que Chile es un país que está acompañado en toda su longitud por la cordillera y que finalmente es un yacimiento mineral tanto metálico como pétreo, y que define cómo somos y cómo es nuestro país y cuáles son nuestros colores y nuestra forma; variables que a veces ni siquiera visualizamos o entendemos mucho.
Muchos de los materiales pertenecen a otros contextos y no necesariamente a interiores o a una tienda, como en el caso de SISA, donde incorporamos materiales que provienen de otros universos.
También pasa con los acabados. Hay acabados que provienen de un contexto industrial o no tradicional. Lo que busca esta idea de profundizar en lo material tiene que ver con visibilizar ciertos materiales —terminaciones y acabados— y cambiar su contexto para hacerlos habitar espacios no tradicionales.
¿Qué materiales se incorporaron en la nueva tienda SISA y por qué se eligieron?
Entre las variables que definen la elección de materiales está la idea de descontextualizar elementos. Y hay otra que predomina: la elección de materiales y acabados lo más noble posible.
Siempre hay una búsqueda en función de utilizar y canalizar, a través de nuestros proyectos, materialidades nobles que buscan expresar lo que realmente son y no necesariamente ser una imitación de otro material o estar revestido sólo superficialmente por un material de acabado.
Por lo general, en este tipo de espacios se ocupan materiales que no son tan nobles, que buscan tener un alto tráfico. En cambio, para SISA optamos por materiales nobles y descontextualizados, que pertenecen a nuestro ámbito local cultural.
Se escogieron materiales que provienen del universo mineral, como podría ser la piedra de mármol travertino chileno. También materialidades propias del mundo de la arcilla, como es el batuco.
Hay también acabados en los muros que pertenecen al ámbito del exterior y usualmente no se visibilizan tanto en los interiores: el uso de marmolina, una pintura pasta con granos minerales que son piedritas de cuarzo. La incorporamos tanto en los muros como en el cielo, con distintos acabados y texturas.
Por último, como un puente entre los elementos minerales, aparece la madera, que termina cerrando y funcionando como amalgama de los elementos minerales.
¿Cómo describirías los gestos, las líneas, la experiencia de habitar la nueva tienda SISA para alguien que no la ha visitado todavía?
En términos de la experiencia de la arquitectura lo que se plantea es conducirla a través de un juego de texturas y tramas; geometrías que están plasmadas en cada acción material.
Si uno mira en detalle los elementos que componen el proyecto, se da cuenta de que en una primera etapa hay trama en el piso, una trama ortogonal que está definida por el piso de greda, de batuco, en una trama geométrica y pareja.
En contraposición, aparece en los muros una serie de texturas lineales bastante oscilantes hechas manualmente que fueron desarrolladas con una suerte de peineta que desarrolla estos surcos en los muros que van cambiando: líneas verticales y horizontales que van enfrentándose en cada vértice que compone la arquitectura.
La piedra de mármol travertino, que se utiliza en las bases y en la mesa central, entrega un juego de texturas natural, orgánico, que viene de un panorama completamente geográfico. Hay una decisión también de no darles terminación. Es decir, las piedras vienen directamente de la mesa de corte, no hay ningún elemento pulido ni acabado con barniz o aceite, que es lo que comúnmente se hace. El resultado es bastante opaco. También eso se puede ver en la isla que tiene un corte aleatorio y natural, o intenta expresar al menos eso, en donde no existen cortes rectos, sino que hay un esfuerzo por expresar la naturaleza misma de la piedra.
Por otro lado, en el cielo de nuevo hay aplicación de marmolina proyectada, que le entrega un acabado arenoso y bastante geográfico, que se complementa mucho con lo que pasa en los muros, donde aparecen estas líneas verticales y horizontales. Entonces, con el mismo material, se incorporan dos ideas de textura complementarias.
También hay un factor de diseño que tiene que ver con mostrar elementos que comúnmente no son tan visibles.
¿Cuáles son algunos ejemplos de materiales descontextualizados y acabados que se decidieron visibilizar?
A nivel de revestimientos, tomamos ciertos argumentos que son propios del uso de exterior y también un poco de otra época, y los incorporamos en un interior, dentro de un contexto de experiencia de tienda.
Hay un material y un acabado que predomina en los elementos que diseñamos y que incorporamos en el proyecto: todos los elementos metálicos con acabado zincado, y en especial el acabado zincado bicromatado, que es un zincado con acabado más tornasol. Es un acabado noble que proviene de un proceso electrolítico, un proceso químico bastante bonito. Uno generalmente lo ve en elementos que están ocultos en los muebles —bisagras, tornillos— y en este caso quisimos ponerlo en valor en lugares bastante notorios y predominantes dentro de la planta y la experiencia arquitectónica.
Por último, hay otro revestimiento que es el batuco, un tipo de piso súper local, bastante usado en casas chilenas en el campo, y que en este caso lo incorporamos como revestimiento de pavimento en la tienda.
¿Cómo abordaste este encuentro con SISA?
Veníamos hablando desde hace más de un año sobre la posibilidad de colaborar. Yo siempre he estado muy pendiente de lo que hacen en SISA porque me representa muy bien la manera en que enfrentan el diseño.
Creo que compartimos el elemento en común que tiene que ver con la óptica de cómo se incorpora el material dentro de nuestras prácticas. Y avanzamos en paralelo en función de esa mirada material en dos casos distintos; el mío desde el diseño de objetos, muebles y arquitectura, y en el caso de SISA desde la indumentaria. Ahí hay una afinidad importante.
Por otro lado está la elementalidad en torno a los objetos y a las soluciones: trabajar más en función de la resta que de la suma. Creo que ese es otro argumento que compartimos.
Si consideramos esos dos elementos principales, el material y la elementalidad, hay un lenguaje común potente y sólido en el que profundizamos un montón. Con ese punto de partida, lo abordamos como un proyecto colaborativo, donde la idea era aportarse mutuamente desde nuestras ópticas complementarias. Si bien nosotros estamos especializados en proyectos que tienen que ver con la experiencia de habitar un lugar, en SISA tienen la experiencia de cómo se vive el mundo de la indumentaria y cómo se exhiben estas piezas. Claramente había información nutritiva que se iba generando en función de incorporar las capas de cada práctica.
La colaboración fue honesta y constructiva. Desde ambas partes fuimos elaborando ideas y conceptos y profundizando sobre estos mismos para armar un relato material, de experiencia, geográfico, que es lo que finalmente se plasmó en la tienda. Tiene mucho que ver con la óptica compartida que tenemos de los materiales y los oficios.
Fue una conversación que nos permitió elaborar este proyecto de manera tan propia y también tan reconocible para SISA y para Bravo. El resultado refleja muy bien ambas miradas.
Fotos: Carlos Molina